Cuando se asiste a seminarios de investigación,
el enfoque metodológico centra su atención en el método, los facilitadores
disertan entonces sobre lo hermenéutico, fenomenológico, deconstruccionista,
etnometodológico, hermenéutico-fenomenológico y el método científico, que queda
por allí, en el ahora, oculto, asomándose, con sus atractivos estadísticos.
Así, Gadamer, Husserl, Derrida, Garfinkel, Van Manen y Karl R. Popper, ocupan
parte de la conversación y disertación de estudiantes y docentes, para intentar
dilucidar cual será el método que, en definitiva, pueda servir de orientación y
aplicación a la investigación pretendida, la tesis. Estoy plenamente convencido
que el estudio de las tradiciones es ciertamente importante, permiten la
entrada del sujeto a un mundo lleno de matices metodológicos, un espacio
esencialmente esencial, al ser en definitiva el método lo que permite hacer, edificar,
cimentar, construir la investigación y dilucidar sus efectos.
Después de pasar algún tiempo dedicado al
estudio del método, como parte de la Filosofía de la Ciencia, en esos instantes
de distinción cognitiva, y entre letras de algunos escritos, empecé a percibir
que existen algunas fuerzas que son comunes a todos ellos, en unos con más temple
que en otros, que te hace estar ahí, permanentemente, haciendo aquello con
letras, una y otra vez letra tras letra, palabra tras palabra, ideas tras
ideas, una fuerza que en un primer
momento afirme ser inspiración; asociada a la inspiración poética, entonces en
ese momento del pensar; saltó la idea de poética metodológica. En algún
instante mientras leía a Karl R. Popper, para ver cómo eran las cosas del
método de contrastación deductiva de teorías, Popper, afirmaba que Albert
Einstein era movido por la intuición, la fuerza que agitaba a un físico teórico
de su talante, era la intuición.
En otro instante apreciando a Henri Bergson,
decía sobre la intuición como método para la filosofía, cosas de Bergson, y
entre Einstein y Bergson, entonces la intuición como componente de una fisión
filosófica metodológica, que solo es posible en un punto de inspiración,
imaginación e ilusión. Vives desde que llega aquella idea, día tras día, con la
ilusión del eureka, lo encontré, por fin, la iluminación final, después de
tanto pensar en ese instante intuitivo, del que nos habla Gastón Bachelard, de
la poética del espacio, entonces la poética metodológica se transconforma en la
intuición, inspiración, imaginación e ilusión, para iluminar la producción de
ciencia fenomenológica, hermenéutica y científica, fuerzas que allí permanecen
inertes, ocultas detrás del método, en el pujar para parir, un decir socrático,
aquello denominado conocimiento que se presenta a través de las teorías o modelos.
Autor: Italo Avendaño